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UN POCO DE NUESTRA HISTORIA

Ca les Senyoretes ha sido una de las casas solariegas más importantes del pueblo de Otos. En la medianía del XIX pertenecía al terrateniente Celestino Alfonso, descendiente de una estirpe local que se remonta a la repoblación de 1611, tras la expulsión de los moriscos. Celestino la legó a su hijo Baldomero, el cual se casó en 1888 con la rica heredera Isabel Olivares (de la Casa Grande). Baldomero e Isabel tuvieron dos hijas, Teresa e Isabel, la primera murió, viuda y sin hijos, de 92 años, la segunda faltó, soltera, de 99 años cumplidos. A pesar de ser las herederas directas de dos de las fortunas más importantes del pueblo, Isabel y Teresa (las Señoritas) conservaban unas costumbres alimentarios bien austeros, lo que les proporcionó una vida larga y saludable.

Tras la muerte de Isabel, en 1993, la casa quedó unos años deshabitada. En 2005, los Olivares-Olivares la compramos y iniciamos la gran aventura de nuestra vida.

 

A pesar de que podía resultar ambiguo para los clientes, quisiéramos conservar el nombre tradicional de “Ca les Senyoretes” con que la habíamos conocido toda la vida. Efectivamente, más de un forastero nos ha pedido si no se trataba de una antigua casa de citas.

 

Empezamos con cinco habitaciones, todas muy amplias, decoradas en los estilos de las diversas épocas en que la casa ha sido habitada (desde el s. XVIII hasta el XX). Algunas con muebles modernistas y preciosos alicatados hidráulicos. Usamos fotografías, dibujos, grabados y láminas, cerámicas, muebles, lámparas, y todo tipo de objetos conservados en la casa. La chimenea decorada con preciosas baldosas esmaltadas ha sido rehabilitada, y el hogar de la casa de los medianeros convertida en sala de estar. Para el restaurante aprovechamos un espacio amplio que antes conformaba el comedor, la cocina y una habitación interior. Conserva el antiguo despensa-amasador y el decorado todos los utensilios propios de las tareas domésticas: lebrillos, Almudí, Barcella, cernedor, romanas, básculas, capazos, etc. Los antiguos armarios-despensa se han decorado con cerámicas caseras de cocina. Una pequeña bodega subterráneo sirve para mantener los vinos a la temperatura adecuada para su consumo. La parte central de la casa la decora con cerámica popular: jarras, cántaros, barreños, etc, y el antiguo alfarero fue de nuevo guarnecido con sus dos cántaros y el botijo ​​reglamentarios.

Recuperamos el patio interior, rodeado de edificaciones accesorias donde antiguamente se hacían los trabajos de transformación y almacenamiento de los productos agrícolas. Conserva algunas partes de la almazara de aceite y del lagar de vino, y ocho jarras enterradas que cubre con cristales transparentes. La antigua almazara y cup fueron convertidas en un comedor de verano y decoradas con herramientas del campo como arados, trillas, xerugues, tregilles, arganells etc. y con utensilios de transformación y manipulación de los productos agrarios como cántaros de vino, cobertores de jarra, arrobas de aceite, etc.

 

Y el patio exterior el convertimos en una terraza desde donde nuestros clientes disfrutan, mientras cenan o hacen el aperitivo, de magníficas vistas de la montaña del Benicadell, los cultivos abancalados de olivos que se extienden hasta el pie de la sierra, de la imponente masía de Suagres, del castillete de Carrícola …

En cuanto al restaurante, lo teníamos claro desde el principio, quisimos nuestra cocina casera, elaborada y servida por Asunción, María y Clara, las nuevas propietarias del local: arroces, carnes y pescados, espencats, embutidos, salsas, tortas y toda una variedad de comidas tradicionales preparados con la mejor materia prima, con sencillez y dedicación.

 

Y todo ello sin renunciar a todas las comodidades del s. XXI: calefacción, aire acondicionado, baños, wifi, habitación adaptada para personas con discapacidad, cafetería … y todo ello en medio de la naturaleza y rodeados de silencio y tranquilidad.